El Encuentro Colombiano de Fotografía es un evento que tuvo su primera edición en Medellín en el año de 1987, promovido por la Academia Yurupary, como un programa que pretendía reunir periódicamente a todas las personas vinculadas con la fotografía para estrechar los lazos de amistad y cooperación dentro del gremio.
Durante los años 1991 a 1997 el evento fue realizado en diversas ciudades del país bajo la conducción de la Asociación Colombiana de Fotografía (ASFOTO) y en 1998 regresó a su ciudad de origen. Para la versión del año 2008 Casa Imago dispone por primera vez su sala para la presentación de una de sus exposiciones y uno de sus conversatorios, que hacen parte de la agenda amplia de exposiciones y eventos, tanto en su extensión temporal como en el número de salas de exposición involucradas.
Luego de un tiempo de retiro de su actividad como fotógrafo documental para algunos de los principales diarios y revistas de Colombia, el fotógrafo Santiago Ochoa regresa a la escena con esta exposición.
Sobre su trabajo anuncia: ‘Las fotografías que integran la serie “Periferias” fueron tomadas mientras recorría sectores populares, marginales, e informales de Bolivia y Perú.
El “corpus” de esta serie está localizado en El Alto, población situada en las estribaciones de La Paz, y que aún no tiene ningún tipo de ordenamiento territorial. Así como en muchas de las fotos tomadas en otros lugares, las de El Alto evidencian cierto caos -no exento de elementos seductores, así sea a nivel visual-.
Aunque las imágenes no están dominadas por un eje temático riguroso, en todas está presente la informalidad, la espontaneidad y la precariedad comunes a casi todas las latitudes de América Latina, así como la hibridación, la homogeneización y la metamorfosis cultural que trae consigo la globalización.
Mi trabajo -realizado en ciudades, pueblos y municipios como La Paz, El Alto, Oruro, Uyuni, Sucre, Callao, Lima y Chimbote- nace del asombro propio del viaje, de la mirada del “otro” (yo), y del acto de constatar semejanzas en unos aspectos y diferencias en otros. Son las imágenes que encontré de manera desprevenida, sorpresiva, azarosa y hechizante mientras doblaba una esquina o me dejaba perder por algún sector o avenida, sin ningún rumbo definido ni plan preconcebido.
Este trabajo marca la suspensión de una prolongada pausa fotográfica, y es también un canto humilde a dos países y pueblos que me marcaron de manera indeleble desde hace muchos años, cuando los visité por primera vez. En ese sentido, y parafraseando a Proust, estas imágenes son un pretexto para ir “En busca del tiempo perdido” o de “El tiempo recobrado”’.
Carlos Galeano
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