Este grupo de dibujo se originó al interior de las dinámicas del taller central de la Escuela de Artes de la Universidad Nacional sede Medellín. Unidos por la pasión común que los identifica, comenzaron un trabajo dedicado, honesto y ante todo testimonial, pues basta una mirada detenida para observar cómo lo que cada uno de ellos plasma en los papeles es un reflejo de sus propias vivencias, de sus ensueños, de sus pasiones, de sus inquietudes. Para ellos el dibujo se constituye en una herramienta fundamental de auto-conocimiento.
La muestra presentada en Casa Imago, que incluye desde dibujos preelaborados hasta intervenciones in-situ, se presenta como el punto culminante del proyecto de investigación homónimo, auspiciado por la Escuela de Artes. De la publicación que entregan como fruto del proceso se extraen los siguientes perfiles que describen de manera sucinta pero precisa, como si se tratase de un dibujo, los rasgos distintivos de sus personalidades: inquietos pero con horizonte claro, de irreverencia juvenil pero respetuosos con su destino, incongruentes pero honestos con su labor.
Carlos Galeano
A propósito del trabajo de estos jóvenes escribe Olga Guzmán:
ANGEL DAVID. Un chico educado, decente, inteligente, de melena abundante y sedosa, de nariz puntiaguda. Discreto y afilado, responsable, es un hombre que le jala al grupo, es la bandera, símbolo de la entrega y el compromiso, denso y contrastado, joven irreverente de gafas encintadas, el hombre de las zanahorias con limón.
JUAN DAVID. Después de atravesar la época más sucia de la ciudad M. Juan David aún sigue allí, lo acompañan los colores y sus lápices, quizás es gracias a ellos que puede contar hoy la historia de su vida, una historia llena de gatos, de noches de espera, días sin final. El se mueve agitado preguntando por lo que pasará…
El más pequeño del grupo es JUAN GUILLERMO, casi nunca está a tiempo, puede ser por su afán constante en divagar. Va por los senderos del grupo sin mucho afán, su caminar pausado lo hace popular. El ‘chiqui’ de ojos pequeños, risa breve suaves maneras de hablar recorre caminos con su lápiz que otros no podían realizar, sus casas como pequeños puntos en el plano se juntan y parece que van a estallar, la montaña no es más la montaña, se convierte en línea controlada por el cerebro de este pequeño animal.
JOAN SEBASTIAN. Es el más disperso de todos, y aunque todos ejercemos el ocia a cabalidad ‘Donchi’ está adelante por mucho más. Él es sinónimo de tormentosa inestabilidad, es como estar en las laderas de un volcán que está a punto de estallar. Él va por la vida caminando constante y profundo. Se arremolina en Frudelka o el Pub, pero al final regresa siempre al abrigo del dibujo, de sus amigos y los pinceles.
SEBASTIAN ANTONIO. Con su gorra bien puesta, unos lentes de gran marco oscuro, que parece le sirvieran de guarida a sus astutos y mordaces, guardan y le dan forma a un alma agitada. El va flotando en su bicicleta color naranja frugal. Así de pronto se levanta y va camino a su hogar lejano con las águilas.
ANDRÉS. El ‘tote’ gran general, apostado en una esquina del plano nos llama a tomar el dibujo y hacernos golpear, sonríe con sus pequeños ojos verdes, se inspira y sigue, dándole, dándole, una mancha tras otra, la línea que sigue un plano. La línea que continúa hasta hoy. El lleva el corazón encendido de alegría. Va cantando una canción que nos enseñará y sigue sonriendo.
FERNANDO: Empezaría diciendo que es el más flaco y alargado del grupo, su piel es blanca y casi trasluce su sentimiento por dibujar. Con una malvada elegancia raya y va con su lápiz de lo profundo a lo absurdo, el dibujo toma vida y se deja llevar a lugares misteriosos que sólo su mente revuelta deja trasladar al papel. Repleto de imaginación y constancia en el trabajo, se somete a tremendos azares de incrédulas figuras.
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