jueves, 1 de abril de 2010

02. Dennis McNulty. ANTI TOUR No.3. Abril 15 de 2007

Relata Dennis McNulty que el nombre de esta serie de ‘Conciertos Sonoros’ surgió de una conversación con el artista brasilero Rafael Lain. El principio es elemental y el devenir incierto. Cada toque del Anti tour se desarrolla en alguna de las visitas que el artista hace en diferentes ciudades del planeta. Para su realización existen dos condiciones ineludibles: el lugar en que se realice el concierto debe tener vista elevada hacia el atardecer; y como contraprestación, el anfitrión de casa debe preparar una cena para los invitados.

El sentido de la elevación y vista hacia el atardecer tiene su explicación en el hecho de que los eventos ocurren invariablemente a la hora del ocaso, en esa hora misteriosa en la que los objetos se tiñen de una luz delicada y suave, antes de sumergirse en la oscuridad de la noche. Dennis llega al lugar con sus equipos de mezcla y un computador, mientras la amplificación se realiza en el estéreo del anfitrión de casa. En sus archivos porta sonidos que recoge en sus frecuentes viajes alrededor del planeta, incluidos los de la ciudad de su visita en curso. Con este pertrecho y con el estímulo de las luces del atardecer, da inicio a un concierto donde el sonido de fondo de la ciudad entra en un diálogo con los de sus archivos y con los de su improvisación.

Cada interpretación del Anti-tour tiene una duración incierta que puede variar alrededor de los 45 minutos. En ese lapso de tiempo los asistentes se sumergen en una suerte de paréntesis existencial, en el que bajo el estímulo de los ritmos lentos y cadenciosos sobre los que Dennis articula sus sonidos, se conectan con una experiencia relajante y de contemplación del proceso lento del atardecer.

De esta manera, el Anti-tour permite tener una vivencia de compenetración con el entorno, en la cual efectivamente se sustrae del agite que esa hora del día propicia, y a cambio se estimula una substracción al cotidiano que conecta con el devenir de la naturaleza y en última instancia con el ritmo personal e íntimo de cada asistente. Terminado el concierto se da paso al complemento.

En la segunda condición, cada evento está acompañado de una cena para el artista y los asistentes. Esto ha devenido en que en algunas ocasiones en los conciertos del Anti-tour estén tan sólo el artista y el anfitrión, aunque con más frecuencia los invitados son tantos como las condiciones del comedor de la casa lo permitan. La cena al final del toque permite al público complementar el estímulo estético centrado en lo visual y auditivo para que, a partir del estado de calma y ensoñación propiciado por el concierto, la experiencia gastronómica se potencie y se creen dinámicas comunicativas con los contertulios.


Carlos Galeano

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