Los buses lo llevaron a sitios extraños, pues ya no recorrían las mismas rutas. Buscó con ahínco los lugares que frecuentaba y encontró que habían dejado de existir. Tan sólo en su memoria permanecía 'La Sorpresa', que antes fuera un sitio tradicional y reconocido en la ciudad, en donde se vendía comida y se cruzaban palabras. Lo mismo sucedió con las cantinas y lugares que visitaba en sus recorridos esporádicos.
Ante la desaparición de sus referentes, el extrañamientode la ciudad y el desarraigo que le produjo su experiencia, se sintió 'perdido' y por ello decidió nunca más regresar al centro, cumpliendo su promesa íntima hasta el día de su muerte.
Así, una experiencia particular me lleva a reflexionar sobre un fenómeno que nos compete a todos: inexorablemente las ciudades se transforman, y por ello la ciudad que un día nos perteneció deja de ser nuestra, se vuelve ajena al ser hija de su propio tiempo, y de las necesidades sociales vigentes.
Néctor Mejía
No hay comentarios:
Publicar un comentario